Su arte levita sobre el espacio y el tiempo. Ella, como un Demiurgo gnóstico tuerto, mira nuestras especiadas sociedades totalitarias desde lo alto de sus Nueve Cielos crepusculares. No enseña, no instruye, no desencanta. Percibimos el arte de Shi: atraves del cuerpo, el que siente intensamente, es deseado, anhelando la vida, y solo entonces interviene el intelecto.

Igualmente puro que la unión de dos cuerpos. Todas las obras de Shi están basadas en un profundo simbolismo. Es un metalenguaje secreto hablado por nuestro subconsciente. "La mente se tambaleó y se convirtió en el Gran Insensato". Mediante diversas técnicas, Shi transmite el concepto principal de su obra. Su arte endereza el Camino de Dios torcido por la falsa moralidad humana. El arte de Shi es un intento de percibir y criticar verdaderamente el tiempo en el que vivimos. A través de la performance y el accionismo, la artista crea su nuevo teatro surrealista, que nos devuelve a la belleza de la Madre Naturaleza, pero no exige que ella sea imitada. Shi dice: “Busca a tu mujer, a tu Eva, a Astarté, a Cibeles, y pídele el Fruto del Bien y del Mal.” La feminidad de su obra se opone a la masculinidad de la Razón. Usando su imaginación, penetra en el altar de la esencia sensual inviolable del Amor, donde lo iónico y lo fálico se funden en uno. ¡Y aquí sale a relucir su técnica anarquista de presentación!

Por supuesto, es viajar por los países de Asia y Oriente, encuentro con los grandes iluminados espirituales, inmersión en la filosofía del tantra y kundalini yoga. La artista tiene sus maestros. Son los siguientes: Andre Braton, Louis Aragon, Marquis de Sade, Simone de Beauvoir, Osho, Ramakrishna, así como Maria de Naglowski y sus rituales de los "caballeros de la flecha dorada". Todo sucede a través del "sacramento de la suspensión". Es posible deshacerse de los miedos y comprender el significado de su vida al estar suspendido en las alturas. Pero aquí la artista sigue su propio camino. Ella se identifica a sí misma con todo lo más hermoso y lo más terrible que hay en nuestra vida. El arte de la autoidentificación requiere tranquilidad. Y aquí Shi reinterpreta la antigua práctica japonesa del shibari de una forma nueva. Ella lo percibe como la forma más elevada de meditación. Para conscienciarse de la naturaleza ilusoria de la existencia necesitas detenerte, congelarte, como una piedra.
Eso traerá una fuente inconmensurable de placer. He aquí está ese gran Equilibrio, sobre el que escribió Maria de Naglowski en sus obras, y que Shi convierte en una performance -un duelo solitario entre el "sí" y el "no", un inconformismo fundamental que roba no sólo el alma, sino también el cuerpo del espectador. Es el teatro del agua. Este es el antiguo misterio de la muerte y resurrección de Dios. Las obras del artista pueden decorar cualquier hogar u oficina, dando a la habitación una sofisticación y energía radical especial. También pueden servir como un regalo de lujo y fuente de meditación para aquellos que buscan su verdadero propósito en la vida.